Página treinta y uno: Mi vida como retronauta
Querido, muy querido lector:
Desde enero no regresaba a estas páginas a plasmar en ellas mis impresiones. Y es que, en efecto, tengo que asumir que la constancia no se me da. Nuevamente te pido disculpas por ello antes de adentrarme en un tema que me ha movido, durante toda mi vida, a hacer lo que unicamente la imaginación logra: viajar por el tiempo hacia un pasado que me hubiera gustado convertir en presente. En mi presente, para ser aun más exacta. Vivir varias vidas dentro de un solo cuerpo, es algo que solo la imaginación logra. Y aun más: vivir esas varias vidas en tiempos y atmósferas diferentes, aunque la identidad siga siendo la misma y el hilo conductor de todos mis atrevimientos de consumada retronauta. Pero, antes de que mis habituales disquisiciones terminen empantanado farragosamente mi discurso, haré un poco de historia. Si, regresaré a esa tarde de noviembre del 2006 cuando descubrí un maravilloso lugar en la red llamado Cuaderno de costura. El aburrimiento me mantenía pegada a mi silla mientras navegaba por el porceloso mar del internet en busca de nuevas emociones visuales que tuvieran que ver con mi gusto por los trajes de época. Casi todas las páginas estaban en inglés y, como aun me sucede el día de hoy, la poca pericia que me es propia para comprender los intringulis del idioma británico, hacía que me redujera a la contemplación arrobada y envidiosa de esos maravillosos vestidos que habían sido mi sueño desde que yo era apenas una niña. De repente, buscando miriñaques y mientras saltaba de una imagen a otra, fuí a topar con el Cuaderno de costura que implicó, para mí, abrir una puerta hacia un mundo que estaba por salírseme de la cabeza y empezar a tomar una forma tridimensional para dejar atrás la existencia plana del dibujo. Ese momento exacto en que ví las fotos de una mujer, tan maravillosa como increíble, que vestía con el pudor y el recato de una auténtica dama del siglo XIX. Pero, lo mejor estaba aun por venir cuando me dí cuenta que podía leer sus textos sin problema además de poder ver aquellas hermosas y cuidadas imágenes que la mostraban cargando entre sus brazos a un perrito blanco mientras se retrataba con una abultada crinolina hecha por ella misma. De repente, mi espíritu de retronauta se puso en acción y, después de revisar lo escrito por ella, le comenté una entrada de su blog sin esperar, realmente, que hubiera una respuesta. Y, para mi sorpresa, no solo la hubo sino que, además, me permitió seguir en comunicación con esta mujer tan especial para mi afecto a la que tan orgullosamente llamo amiga.
Cuaderno de costura y su autora, me hicieron nacer al mundo del recreacionismo histórico y propiciaron el desarrollo de talentos en mí que yo no creía tener. Mi interés sobre el desarrollo de la historia de la indumentaria en Occidente, se combinó con mi escasa habilidad para concretar, tridimensionalmente, lo que yo imaginaba conviertiéndolo en dibujo. Y así, ese mismo diciembre del 2007, pude yo también lucir mi primera "creación" para pasearme con ella por el lugar que yo había imaginado para tener esta primera experiencia de evento con matices de viaje en el tiempo. No, mi primer traje no fue perfecto, aunque me empeñe en que tuviera detalles que lo hiciera identificable con una época en concreto. Así que lo hice de algodón egipcio, me improvisé un corsé y me arreglé con esmero para poder ser identificada como una dama de principios del siglo XIX. Fue un día mágico, absolutamente mágico en los que conocí a otras mujeres que, como yo, disfrutaban de algunos aspectos de la vida del pasado. Nos tomamos fotos, conversamos, paseamos y nos despedimos con la intención de volver a vivir "eso" que nos mantenía unidas en la red y que habíamos experimentado tan agradablemente durante un instante que había durado un día. Por supuesto, hubieron más reuniones y más vestidos; tal vez, no tantas como yo deseaba, pero de todas maneras fueron significativas para mí. La actividad fue pues en "crescendo". El Centro Historico de la Ciudad de México, el bosque de Chapultepec, los viveros de Coyoacán, la ciudad de Puebla... Y bueno, tres trajes Imperio, uno de miriñaque, uno más de "china" -tipo popular mexicano de la primera mitad del siglo XIX- ... Empecé utilizando máquina de coser pero, por razones de mi poca pericia en el uso de tales instrumentos, siempre termino cosiendo a mano. Me gusta hacerlo así, como me gusta también improvisar mis patrones con la ayuda de un libro titulado: The cut of the women´s clothes 1600-1929 de Norah Waugh que es mi joya de la corona en cuanto a bibliografía sobre el tema. No, no soy perfeccionista y trato siempre de no equivocarme porque, la corrección, se me da muy mal. De hecho, sigo mi intuición y trato de aprovechar mis errores de la mejor manera, aunque el resultado no termine siendo exactamente lo que deseaba en un principio. Pero, disfruto esa dosis de misterio alrrededor de la obra que siempre traigo entre manos. En fin, que no soy buena, ni la mejor, a la hora de recrear los trajes de época; pero, los hago o trato de hacerlos con cuidado y atención para que, cuando me los ponga frente al espejo, el resultado me emocione. Y sí, hasta hoy, no me ha defraudado lo que he conseguido, aunque esté lejos aun de la perfección apetecible.
Y, por supuesto, dejó para el final la presentación de mi último traje que estrené este Domingo de Ramos y con el cual subí al Castillo de Chapultepec. Por razones que tienen que ver las autoridades del bosque de Chapultepec, no me "caractericé" para no arriesgarme a que no me dejaran pasar. Solo lo estrené y pasé desapercibida entre la multitud que llenaba el museo mientras yo me dedicaba a tomarle fotos a los objetos que se me antojaban y me tomaba fotos a mi misma reflejándome en los espectaculares espejos con los que cuenta la exhibición. Chapultepec es mi casa y sus habitantes incorpóreos, mis compañeros de otras vidas imaginadas. Después, durante la Semana Santa, me hice una sesión de fotos, en mi propia casa, para poder utilizar alguna como ilustración para esta página de mi álbum, así como poder realizar una selección de como el traje fue tomando forma al correr de los días en mi sitio de imágenes de Flickr. El tercer paso para lucir este modelo de la década de 1920, que surgió de mi propia inspiración, será poder llevármelo a la ciudad de Puebla para pasearme con él en compañía de otra entrañable amiga que conocí adentrándome en este aventurado y creativo mundo de la recreación histórica. Ese viaje lo tengo programado para principios de mayo y espero poder tomarme suficientes fotos como para ir engrosando mi álbum de imágenes de Flickr que, en la actualidad, tiene muy poco para mostrar con respecto a esta actividad que realizo y que tanto me alimenta. De momento, solo me queda por añadir que el vestido es de tela de algodón estampado con bies azul y lazos de raso en los costados, que tuve que corregir su forma porque en un principio me quedo enorme y que para realizar esa corrección les pedí de sus sabios consejos a dos de mis más queridas amigas, camaradas en este mundo vivo de la recreación histórica, sin cuya valiosa ayuda hubiera naufragado en las desmotivantes aguas del fracaso más estrepitoso.
Es así como por hoy, lector mío, me despido con la firme intención de regresar en cuanto junte más noticias de mis singulares actividades e inefable gusto por el mundo del pasado. Mientras tanto, aquí te dejo esta nueva página para compartir contigo mis aficiones y conocimientos.
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Desde enero no regresaba a estas páginas a plasmar en ellas mis impresiones. Y es que, en efecto, tengo que asumir que la constancia no se me da. Nuevamente te pido disculpas por ello antes de adentrarme en un tema que me ha movido, durante toda mi vida, a hacer lo que unicamente la imaginación logra: viajar por el tiempo hacia un pasado que me hubiera gustado convertir en presente. En mi presente, para ser aun más exacta. Vivir varias vidas dentro de un solo cuerpo, es algo que solo la imaginación logra. Y aun más: vivir esas varias vidas en tiempos y atmósferas diferentes, aunque la identidad siga siendo la misma y el hilo conductor de todos mis atrevimientos de consumada retronauta. Pero, antes de que mis habituales disquisiciones terminen empantanado farragosamente mi discurso, haré un poco de historia. Si, regresaré a esa tarde de noviembre del 2006 cuando descubrí un maravilloso lugar en la red llamado Cuaderno de costura. El aburrimiento me mantenía pegada a mi silla mientras navegaba por el porceloso mar del internet en busca de nuevas emociones visuales que tuvieran que ver con mi gusto por los trajes de época. Casi todas las páginas estaban en inglés y, como aun me sucede el día de hoy, la poca pericia que me es propia para comprender los intringulis del idioma británico, hacía que me redujera a la contemplación arrobada y envidiosa de esos maravillosos vestidos que habían sido mi sueño desde que yo era apenas una niña. De repente, buscando miriñaques y mientras saltaba de una imagen a otra, fuí a topar con el Cuaderno de costura que implicó, para mí, abrir una puerta hacia un mundo que estaba por salírseme de la cabeza y empezar a tomar una forma tridimensional para dejar atrás la existencia plana del dibujo. Ese momento exacto en que ví las fotos de una mujer, tan maravillosa como increíble, que vestía con el pudor y el recato de una auténtica dama del siglo XIX. Pero, lo mejor estaba aun por venir cuando me dí cuenta que podía leer sus textos sin problema además de poder ver aquellas hermosas y cuidadas imágenes que la mostraban cargando entre sus brazos a un perrito blanco mientras se retrataba con una abultada crinolina hecha por ella misma. De repente, mi espíritu de retronauta se puso en acción y, después de revisar lo escrito por ella, le comenté una entrada de su blog sin esperar, realmente, que hubiera una respuesta. Y, para mi sorpresa, no solo la hubo sino que, además, me permitió seguir en comunicación con esta mujer tan especial para mi afecto a la que tan orgullosamente llamo amiga.
Cuaderno de costura y su autora, me hicieron nacer al mundo del recreacionismo histórico y propiciaron el desarrollo de talentos en mí que yo no creía tener. Mi interés sobre el desarrollo de la historia de la indumentaria en Occidente, se combinó con mi escasa habilidad para concretar, tridimensionalmente, lo que yo imaginaba conviertiéndolo en dibujo. Y así, ese mismo diciembre del 2007, pude yo también lucir mi primera "creación" para pasearme con ella por el lugar que yo había imaginado para tener esta primera experiencia de evento con matices de viaje en el tiempo. No, mi primer traje no fue perfecto, aunque me empeñe en que tuviera detalles que lo hiciera identificable con una época en concreto. Así que lo hice de algodón egipcio, me improvisé un corsé y me arreglé con esmero para poder ser identificada como una dama de principios del siglo XIX. Fue un día mágico, absolutamente mágico en los que conocí a otras mujeres que, como yo, disfrutaban de algunos aspectos de la vida del pasado. Nos tomamos fotos, conversamos, paseamos y nos despedimos con la intención de volver a vivir "eso" que nos mantenía unidas en la red y que habíamos experimentado tan agradablemente durante un instante que había durado un día. Por supuesto, hubieron más reuniones y más vestidos; tal vez, no tantas como yo deseaba, pero de todas maneras fueron significativas para mí. La actividad fue pues en "crescendo". El Centro Historico de la Ciudad de México, el bosque de Chapultepec, los viveros de Coyoacán, la ciudad de Puebla... Y bueno, tres trajes Imperio, uno de miriñaque, uno más de "china" -tipo popular mexicano de la primera mitad del siglo XIX- ... Empecé utilizando máquina de coser pero, por razones de mi poca pericia en el uso de tales instrumentos, siempre termino cosiendo a mano. Me gusta hacerlo así, como me gusta también improvisar mis patrones con la ayuda de un libro titulado: The cut of the women´s clothes 1600-1929 de Norah Waugh que es mi joya de la corona en cuanto a bibliografía sobre el tema. No, no soy perfeccionista y trato siempre de no equivocarme porque, la corrección, se me da muy mal. De hecho, sigo mi intuición y trato de aprovechar mis errores de la mejor manera, aunque el resultado no termine siendo exactamente lo que deseaba en un principio. Pero, disfruto esa dosis de misterio alrrededor de la obra que siempre traigo entre manos. En fin, que no soy buena, ni la mejor, a la hora de recrear los trajes de época; pero, los hago o trato de hacerlos con cuidado y atención para que, cuando me los ponga frente al espejo, el resultado me emocione. Y sí, hasta hoy, no me ha defraudado lo que he conseguido, aunque esté lejos aun de la perfección apetecible.
Y, por supuesto, dejó para el final la presentación de mi último traje que estrené este Domingo de Ramos y con el cual subí al Castillo de Chapultepec. Por razones que tienen que ver las autoridades del bosque de Chapultepec, no me "caractericé" para no arriesgarme a que no me dejaran pasar. Solo lo estrené y pasé desapercibida entre la multitud que llenaba el museo mientras yo me dedicaba a tomarle fotos a los objetos que se me antojaban y me tomaba fotos a mi misma reflejándome en los espectaculares espejos con los que cuenta la exhibición. Chapultepec es mi casa y sus habitantes incorpóreos, mis compañeros de otras vidas imaginadas. Después, durante la Semana Santa, me hice una sesión de fotos, en mi propia casa, para poder utilizar alguna como ilustración para esta página de mi álbum, así como poder realizar una selección de como el traje fue tomando forma al correr de los días en mi sitio de imágenes de Flickr. El tercer paso para lucir este modelo de la década de 1920, que surgió de mi propia inspiración, será poder llevármelo a la ciudad de Puebla para pasearme con él en compañía de otra entrañable amiga que conocí adentrándome en este aventurado y creativo mundo de la recreación histórica. Ese viaje lo tengo programado para principios de mayo y espero poder tomarme suficientes fotos como para ir engrosando mi álbum de imágenes de Flickr que, en la actualidad, tiene muy poco para mostrar con respecto a esta actividad que realizo y que tanto me alimenta. De momento, solo me queda por añadir que el vestido es de tela de algodón estampado con bies azul y lazos de raso en los costados, que tuve que corregir su forma porque en un principio me quedo enorme y que para realizar esa corrección les pedí de sus sabios consejos a dos de mis más queridas amigas, camaradas en este mundo vivo de la recreación histórica, sin cuya valiosa ayuda hubiera naufragado en las desmotivantes aguas del fracaso más estrepitoso.
Es así como por hoy, lector mío, me despido con la firme intención de regresar en cuanto junte más noticias de mis singulares actividades e inefable gusto por el mundo del pasado. Mientras tanto, aquí te dejo esta nueva página para compartir contigo mis aficiones y conocimientos.
Comentarios
No sabes cuanto me identifico contigo en estas palabras que nos dedicas. Es inevitable sentir esa sensación de vértigo cuando nos enfrentamos a la recreación de un traje de época. El miedo ante la duda de si acertaremos a reproducir fielmente lo que está en nuestra mente, el querer lucir cómo esas estampas antiguas y conseguir sí, parecer sacados talmente de otra época, es inevitable. Pero es en ese esfuerzo por conseguir un trabajo cada vez mejor, más real, más auténtico, ese camino es el que realmente nos da la satisfacción. Aunque cuando pase el tiempo y veamos lo que hicimos anteriormente nos den ganas de tirarnos del pelo.
Con respecto a nuestra querida Charo y su magnífico blog, qué decir... Visito varios sitios web de recreación histórica, y el blog de Charo está entre los mejores. Me encanta lo cercana que es, lo puntillosa, lo perfeccionista... Pero sobre todo, que viendo la forma tan accesible en que lo explica, no da miedo meterle mano a un trabajo de esta envergadura, lo explica todo de una manera tan sencilla y cómoda, que ese miedo, ese vértigo, se disipa.
¡Un besazo enorme y enhorabuena por ese vestido años 20, te ves divina!
Carmen, creo que nunca podré agradecerte bastante que aquel día te animases a comentar la entrada de mi blog y a señalar los fallos que tenía mi vestido blanco imperio/regencia. Ya te he contado muchas veces que me impresionó ver cuanto sabías y aunque me sentí un poco intimidada también me hizo muy feliz darme cuenta de que ¡al fin tenía de quién aprender en mi idioma! Porque que nadie duda que he aprendido muchísimo de ti y que leerte o escucharte es siempre un enorme placer. Tu sabes cuanto te estimo :)
Y volviendo al tema de este post, me hace muy feliz que sigas teniendo proyectos, que los realices y que además disfrutes del resultado como lo estás haciendo. Ese vestido es una monada y el conjunto con los zapatos y el sombrero se me hace cuquérrimo (como diría una de nuestras amigas). Espero que esos planes que tienes para mayo se cumplan sin ningún retraso y que ambas lo paséis fenomenal.
Pedrete, gracias por esas palabras tan halagadoras, créeme que eso es lo que intento y si tu dices que lo he conseguido me siento muy feliz. Animar a los demás a hacer realidad sus sueños recreacionistas siempre ha sido mi principal motivación con Cuaderno de costura.
Un abrazo enorme a los dos.