Página cuarenta y tres: Sueños de baile
Mi muy querido y apreciado lector:
Espero que me perdones mis largos silencios pero a veces la vida solo discurre en forma de pensamientos y, por lo tanto de un diálogo muy íntimo entre la que soy por fuera y la que soy por dentro. Han sido años difíciles de tratar de recuperar un control que espero haberlo hecho de una forma satisfactoria, en primera instancia para mí y después para ese mundo con el que convivo y que es el que me suele sufrir, con mayor o menor estoicismo, mis exabruptos de carácter. Lo confieso, no soy una perita en dulce, como se suele decir por estos lares pero, como tengo otros espacios cibernéticos para esos menesteres de autoexplicarme, mejor entro en materia y no aplazo más el momento de hablar de lo que deseo. ¿Y de que deseo hablarte hoy? pues de un sueño que tuve despierta mientras escuchaba y tarareaba así, por lo bajo, el que escogí para que fuese mi vals favorito de toda la ingente producción musical de la familia Strauss: "Rosas del Sur". Era inevitable que las imágenes fueran formándose en mi mente al ritmo del tres por cuatro y que de esas imágenes se hilara un deseo y de ese deseo llegara a una historia a mi cabeza. Una historia sin principio ni fin, más bien un pedazo de "película mental" que ya he visto en otros momentos de mi vida. Una historia con una protagonista -yo misma- y con una locación exacta: el Casino Español de la Ciudad de México ubicado en la calle de Isabel la Católica. Si, escuchaba el vals, ¡mi vals!, cuando empecé a decirme a mi misma que, si tuviera dinero, mucho dinero, o al menos la posibilidad de conseguirlo, haría realidad uno de esos sueños imposibles que han vivido en mí durante décadas y décadas: haría realidad ese baile que solo ha existido en mis sueños. Un baile con orquesta, en un gran salón y, por supuesto, conmigo como anfitriona, apareciendo como esa gran señora a la que aspiré a convertirme desde que era una niña. Cuando pertenecí a la Sociedad Victoriana Augusta reviví ese sueño, aunque nunca pudo volverse realidad del todo porque en México no existen las condiciones para hacer florecer el recreacionismo histórico y así poder vivir la reconstrucción del ayer a través de eventos en lugares más o menos de la época. Sin embargo, esta mañana, mientras me vestía para irme a trabajar y mientras escuchaba el vals de Johann Strauss, hijo, volví a fantasear con ese baile en el Casino Español que aun no se produce. Tengo una amiga, a la que conocí en la anteriormente citada Sociedad, que va a hacer un baile en un palacio de Madrid como evento público. Un baile al que asistirán más amigos míos junto con esta amiga llamada Inma. Asistirán: Rosario, Eva, Pedrete..., y yo aquí, a miles de kilómetros del otro lado del océano soñando con un baile como el que se llevará acabo en Madrid este año. Bueno, si soy honesta, mi baile, el baile de mi mente, no es precisamente un baile de la época del Imperio napoleónico -o de la Regencia inglesa-. Y no puede serlo porque sería un baile que transcurriría bajo la mirada de dos retratos, el de una madre y un hijo, ambos reyes de España durante el siglo XIX. Ella, la desterrada por la Gloriosa. Él, el carismático Alfonso, el de Merceditas, el de la Restauración. Y yo me veo ahí bailando valses, polcas, mazurcas y rigodones vestida como "Doña Virtudes", la viuda de Alfonso, con un vestido negro con flores amarillas en el escote, colores ambos emblemáticos de la añeja casa de los Habsburgo. Porque así es como me veo vestida, sobria, de negro pero con un toque de color para alegrar la mirada de los circunstantes al mismo tiempo que me haría ver como la señora que soy a mis cincuenta cuatro años. Sé que en las páginas de este álbum guardo saberes y recuerdos, así como expreso en él planes que a veces, la mayoría de las veces, por desgracia, se quedan solo en eso, en planes que no concreto porque ni la vida ni las ganas me dan para ello. Por eso, porque es un álbum de historias y de sueños, dejo aquí esta flor de encanto decimonónico esperando que un día florezca y se convierta en experiencia vivida lo que hoy solo es un anhelo. Prometo otro día, lector mío, paciente lector mío, volver a este álbum a hablarte de mi presente lectura cuyo tema no dudo que pueda interesarte. ¿Conoces a Guillermo Prieto, el inolvidable "Fidel" de los periódicos mexicanos de mediados del siglo XIX?, pues ahora ando llevando con él una sabrosísima conversación a través de mis ojos. Conversación que, si gustas, podré comentarte en otra ocasión para hablarte de un México que fue y que me encanta visitar de vez en cuando a través de la lectura, las imágenes y los lugares físicos como este interesante Casino Español que fue fundado en 1863 y cuya actual sede ocupa el predio que fue el de la iglesia del Espiritu Santo derriba por la piqueta del imparable progreso porfirista de finales de ese siglo que tanto me gusta. Aguarda con tu proverbial paciencia mi próxima entrega con una página más de álbum de anécdotas.
Espero que me perdones mis largos silencios pero a veces la vida solo discurre en forma de pensamientos y, por lo tanto de un diálogo muy íntimo entre la que soy por fuera y la que soy por dentro. Han sido años difíciles de tratar de recuperar un control que espero haberlo hecho de una forma satisfactoria, en primera instancia para mí y después para ese mundo con el que convivo y que es el que me suele sufrir, con mayor o menor estoicismo, mis exabruptos de carácter. Lo confieso, no soy una perita en dulce, como se suele decir por estos lares pero, como tengo otros espacios cibernéticos para esos menesteres de autoexplicarme, mejor entro en materia y no aplazo más el momento de hablar de lo que deseo. ¿Y de que deseo hablarte hoy? pues de un sueño que tuve despierta mientras escuchaba y tarareaba así, por lo bajo, el que escogí para que fuese mi vals favorito de toda la ingente producción musical de la familia Strauss: "Rosas del Sur". Era inevitable que las imágenes fueran formándose en mi mente al ritmo del tres por cuatro y que de esas imágenes se hilara un deseo y de ese deseo llegara a una historia a mi cabeza. Una historia sin principio ni fin, más bien un pedazo de "película mental" que ya he visto en otros momentos de mi vida. Una historia con una protagonista -yo misma- y con una locación exacta: el Casino Español de la Ciudad de México ubicado en la calle de Isabel la Católica. Si, escuchaba el vals, ¡mi vals!, cuando empecé a decirme a mi misma que, si tuviera dinero, mucho dinero, o al menos la posibilidad de conseguirlo, haría realidad uno de esos sueños imposibles que han vivido en mí durante décadas y décadas: haría realidad ese baile que solo ha existido en mis sueños. Un baile con orquesta, en un gran salón y, por supuesto, conmigo como anfitriona, apareciendo como esa gran señora a la que aspiré a convertirme desde que era una niña. Cuando pertenecí a la Sociedad Victoriana Augusta reviví ese sueño, aunque nunca pudo volverse realidad del todo porque en México no existen las condiciones para hacer florecer el recreacionismo histórico y así poder vivir la reconstrucción del ayer a través de eventos en lugares más o menos de la época. Sin embargo, esta mañana, mientras me vestía para irme a trabajar y mientras escuchaba el vals de Johann Strauss, hijo, volví a fantasear con ese baile en el Casino Español que aun no se produce. Tengo una amiga, a la que conocí en la anteriormente citada Sociedad, que va a hacer un baile en un palacio de Madrid como evento público. Un baile al que asistirán más amigos míos junto con esta amiga llamada Inma. Asistirán: Rosario, Eva, Pedrete..., y yo aquí, a miles de kilómetros del otro lado del océano soñando con un baile como el que se llevará acabo en Madrid este año. Bueno, si soy honesta, mi baile, el baile de mi mente, no es precisamente un baile de la época del Imperio napoleónico -o de la Regencia inglesa-. Y no puede serlo porque sería un baile que transcurriría bajo la mirada de dos retratos, el de una madre y un hijo, ambos reyes de España durante el siglo XIX. Ella, la desterrada por la Gloriosa. Él, el carismático Alfonso, el de Merceditas, el de la Restauración. Y yo me veo ahí bailando valses, polcas, mazurcas y rigodones vestida como "Doña Virtudes", la viuda de Alfonso, con un vestido negro con flores amarillas en el escote, colores ambos emblemáticos de la añeja casa de los Habsburgo. Porque así es como me veo vestida, sobria, de negro pero con un toque de color para alegrar la mirada de los circunstantes al mismo tiempo que me haría ver como la señora que soy a mis cincuenta cuatro años. Sé que en las páginas de este álbum guardo saberes y recuerdos, así como expreso en él planes que a veces, la mayoría de las veces, por desgracia, se quedan solo en eso, en planes que no concreto porque ni la vida ni las ganas me dan para ello. Por eso, porque es un álbum de historias y de sueños, dejo aquí esta flor de encanto decimonónico esperando que un día florezca y se convierta en experiencia vivida lo que hoy solo es un anhelo. Prometo otro día, lector mío, paciente lector mío, volver a este álbum a hablarte de mi presente lectura cuyo tema no dudo que pueda interesarte. ¿Conoces a Guillermo Prieto, el inolvidable "Fidel" de los periódicos mexicanos de mediados del siglo XIX?, pues ahora ando llevando con él una sabrosísima conversación a través de mis ojos. Conversación que, si gustas, podré comentarte en otra ocasión para hablarte de un México que fue y que me encanta visitar de vez en cuando a través de la lectura, las imágenes y los lugares físicos como este interesante Casino Español que fue fundado en 1863 y cuya actual sede ocupa el predio que fue el de la iglesia del Espiritu Santo derriba por la piqueta del imparable progreso porfirista de finales de ese siglo que tanto me gusta. Aguarda con tu proverbial paciencia mi próxima entrega con una página más de álbum de anécdotas.
Comentarios
Aún no puedo creer que ya hayan pasado casi diez años desde el primer encuentro. Bien recuerdo que a la primera persona que vi fuiste tú y a Nacho, que me acompañaba, le dije antes de acercarme a ti: -"¿Has visto lo bonita que es? Ella es Carmen, estoy segura." Fue maravilloso el tiempo en Augusta, lo que vivimos. Es verdad lo que dices, México es aún tierra difícil para la recreación formal; yo también hice mi lucha con muchas personas aquí en Puebla y todos se entusiasmaban pero todos querían que fuera algo menos formal...y no es que yo fuera una profesional pero sí quería intentar serlo. Al final el peso de mis ausencias y de mi poca paciencia venció a mis ganas y luego mil circunstancias aminoraron mis ánimos, he buscado retomar pero ya nada es igual. Asuntos de otra índole que conoces de sobra o que te contaré en otro momento.
Leí, con entusiasmo, de la organización de ese baile que allende la mar se realizará y aunque me sentí contenta por todas las Damas y Caballeros queridos por ambas, también me provocó añoranza y reanimó en mi ese sueño del cual tú hablas. Cada una lo ha tenido de forma diferente pero, en el fondo, ambas estamos en ese salón compartiendo con nuestras fantasías y con la gente que, de carne y hueso, han participado -incluso colaborado- para ese momento maravilloso; no importa si les conozco vía internet o personalmente, para mi ellos son fundamentales en todas esas andanzas imaginarias que me hacen feliz, que hacen que mi realidad sea sutil.
Sigamos pues, escuchando esa música que sublima el alma, coleccionando recuerdos de vidas pasadas y aun guardo la esperanza -lejana pero existente- de poder asistir a una gala en la cual mis victorianas amigas y mis sueños románticos se hagan realidad.
Con mucho cariño y un gran abrazo para un alma gemela.
Lady Constance Gascoyne-Cecil.
¡Un besazo enorme!
Es un sueño hermoso y seguro que de hacerse real no sería tan perfecto como lo imaginas. Los sueños son maravillosos, tanto los que nos animan a hacerlos realidad como los que sirven para nuestro propio disfrute. Gracias por compartirlo y dejarnos ver tu baile por esta ventanita que es tu blog. Un abrazo muy fuerte.
Claudia Cecilia, ahijada mía, no sabía que habías tratado de hacer en Puebla lo que yo vanamente quise concretar en la Ciudad de México. Sigo aun pensando que nosotras dos podríamos hacer buen equipo para hacer algo que tenga que ver con la recreación histórica pero yendo aun más allá: a poner la Historia de México a disposición de quienes quieran y estén dispuestos a aprenderla de una manera lúdica pero no por ello menos seria. Hacer reuniones en escuelas para quienes deseen aprender Historia y explicar lo que tan mal presentado está. No solamente se trataría de hacer un baile -que puede hacerse en cuanto las condiciones fueran las óptimas para realizarlo-, se trataría de enseñar a los niños y a los jóvenes que son los que más disfrutan este tipo de cosas, como se vivía en México hace muchos, muchos ayeres. Sería crear personajes, vivirlos dentro de los límites impuestos por la realidad histórica y enseñar, siempre enseñar para que esos niños y jóvenes se entusiasmaran por conocer su pasado. ¿No crees que sería algo hermoso? Tus ausencias y tu falta de ganas se verían bastante menguadas si el proyecto fuera de tal naturaleza que te motivara a desarrollarlo y sacarlo adelante. Yo sé que sí pero, para eso, habría que ver su viabilidad y su posibilidad real de concretarse. Porque, de hacerse, sería algo que trascendería la importancia de un simple "hobbie", créeme; sería enseñar la historia en vivo e inteactuar con los otros al mismo tiempo que se les enseña. Para mí, éste sería un sueño cuya concreción daría otro sentido a mi vida y, bien llevado y desarrollado, creo que la trascendería ;)
Pedrete, ese es otro de mi planes futuros -si es que se dan las circunstancias y mi entusiasmo me lo permite-. Me encantaría recrear la sociedad novohispana inspirándome en las pinturas de castas para hablar de esta sociedad que llegó a un grado de complejidad tal en el siglo XVIII, que el mismo nombre de las castas es un ejemplo de ello. No sabes como he fantaseado con una recreación trasatlántica que pudiera juntar a ambas orillas del Atlántico en una reunión extraordinaria y único. Y Charo te puede hablar de esa fantasía que lleva años rondando por mi mente. Tal vez, si no quito el dedo del renglón y no pierdo la esperanza, las circunstancias se confabulen y, trabajando bien sobre esas circunstancias, pueda concretarse esa fantasía así como va a hacerse una realidad este baile en Madrid al que tú y Charo vais a ir. No olvidaros de las fotos, ¿eh? Sobre todo, una foto muy especial en que os veáis todos vosotros y que pueda enmarcar para teneros a todos aun más cerquita del alma :*
Si, este noviembre del 2016, creo, si no me falla la memoria, se cumplirán ya 10 años que nos conocimos en tu blog y para el siguiente año, en enero, comenzó la extraordinaria singladura de Augusta que, como todo ciclo en la vida, finalmente concluyó, llevándonos lejos a muchos. A ti y a Inma, por ejemplo, os ha llevado a sacar partido de vuestra imaginación, vuestro talento creativo y vuestras singulares habilidades, además que os está dando un lugar muy vuestro y muy único en el mundo de la recreación histórica a nivel internacional. No sabes lo orgullosa que me siento de verte enteramente dedicada a lo que tanto te gusta. Por ser como eres y por haber logrado lo que has logrado de la manera en que lo has hecho, sabes que eres una verdadera inspiración para mí. Recibe un fuerte, fuerte abrazo :*