Regreso
Di tumbos por aquí y por allá. Tumbos sin que terminara de convencerme de que podía hacer algo satisfactorio, realmente satisfactorio, para mi vena creativa. Pasé por momentos de profunda oscuridad y de absoluto desconcierto frente a los embates de la vida. Dejé de ser hija de mis padres y me enfrente a al hecho de que iniciaba un segmento más de mi existencia con ese sabor amargo que dejan siempre las circunstancias que no se pueden alterar, que solo se pueden aceptar para poder seguir adelante, nada más. Y claro, todo esto a una edad casi provecta. Porque, cuando la vida personal empieza a narrarse en pasado, no te toca de otra más que reinventarte o, por lo menos, intentarlo para seguir caminando por ese camino al que ya le hacen falta cumplir con muy pocas estaciones.
En fin, concluido el preámbulo, metámonos en materia. Regresé aquí para dejar constancia de que he vuelto a mis andadas de lectora. Y, ahora si, lectora no convencional pues utilizo mi teléfono celular para ir leyendo mientras regreso a casa desde el trabajo. ¿Por qué sucumbí frente a la pantalla electrónica?. Pues hay dos razones de peso para ello. La primera incluye al peso físico de ese objeto al que denominamos libro y, la segunda, porque encontré una biblioteca electrónica muy interesante de la que puedo bajar mi lectura de forma gratuita. Ya llevo leídos, para mi disfrute, unos seis ejemplares que tratan distintos temas. Desde una especie de informe ginecológicos de las reinas de España (empezando por Isabel la Católica y concluyendo con la emérita Doña Sofía) hasta novelas de escritoras anglosajonas decentemente traducidas. Mi última lectura ha sido precisamente "El castillo azul" de Lucy Maud Montgomery, la famosa creadora de "Ana de las Tejas Verdes". Y, antes de "El castillo azul", me leí "La señorita Dashwood" de Elizabeth Taylor, una escritora inglesa homónima de la actriz que resultó haber sido un verdadero descubrimiento para mi. Y, sobre esta última, quisiera escribir un poco más acerca de que fue lo que me dejó su novela, si es que el casual lector de estas líneas me lo permite. Empezaré por su humor, un humor ácido y muy "british", sin duda, como amalgama de una trama algo desarticulada pero finalmente coherente. Con giros que no te ves venir y una atmósfera decadente en un momento difícil, no solo de los personajes mismos, sino de su propio entorno. Creo que fue eso lo que terminó seduciéndome: esa atmósfera decadente en donde no existe ningún tipo de concesión. Y no, no es la señorita Dashwood la verdadera protagonista de la historia, es el entorno, es esa otra historia que la precede cuando ella llega a esa mansión en ruinas. El texto es breve, no es una novela de muchas páginas, tal y como nos tiene acostumbrados ahora la industria editorial. Pero es una novela poderosa y bien escrita, una novela con ecos del mundo de las Brontë más que del mundo antecedente de Jane Austen. Cuando terminé de leerla, me sentí plenamente satisfecha y eso es lo que de verdad importa. Respecto a "El castillo azul" de Lucy Maud Montgomery, es un texto un poco más extenso, no mucho más, menos poderoso que el de Elizabeth Taylor pero que tuvo la virtud de contactarme con la lectora adolescente que fui mientras leía a Louise May Alcott y la convertía en una de mis autoras favoritas. Después de la crudeza ácida de Elizabeth Taylor necesitaba algo menos complicado y Lucy Maud Montgomery fue ese entremés que me liberó un poco de la densidad del mundo de Taylor, al que no dudo que volveré a entrar gustosa en poco tiempo.
Por último, otros acompañantes de mis lecturas, en estos días, fueron los textos breves y excepcionalmente bien redactados que mi amigo Pedro Trigo subió a su Substack bajo el seudónimo de el Caballero Metabólico. Si tú, lector, tienes la posibilidad de acercarte a ellos vas a disfrutar muchísimo, como yo misma lo hice, de sus relatos oscuros al mismo tiempo que humorísticos, donde realiza descripciones tan puntuales como despiadas de momentos cotidianos contemporáneos mientras mezcla la realidad con la fantasía de una manera verdaderamente virtuosa.
Y hasta aquí lo dejo por hoy sin poder prometer si habrá un mañana para mi pluma electrónica.



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